sábado, 1 de enero de 2011

Jaque de los universitarios a la dictadura de Ben Ali en Túnez.

Jaque de los universitarios a la dictadura de Ben Ali en Túnez.
Desembre del 2010.
   
Agencias y Redacción -
TÚNEZ - LA VANGUARDIA - 30 de
diciembre de 2010.

El paro y la corrupción centran las protestas
más graves de la última década.

La crisis social es una seria amenaza a la estabilidad política que ha propiciado el
milagro tunecino.

El milagro tunecino sufre estos días una fuerte sacudida. La peor de la última década. Cientos de graduados universitarios han tomado las calles de Túnez y otras ciudades en protesta por el paro y la corrupción. Un joven ha muerto en unos choques con la policía que han cogido desprevenido al régimen del presidente Zin al Abidin Ben Ali. La estabilidad
política y la solidez económica de Túnez, que tanto han beneficiado a Estados Unidos y la Unión Europea desde los años ochenta, se ve comprometida.

La primera protesta de esta crisis fue la de Mohamed Buazizi, un joven de 26 años en paro que se ganaba la vida vendiendo frutas y verduras en un mercado de Sidi Buzid. La policía le desmontó el puesto a principios de mes porque no tenía licencia y él se quemó a lo bonzo, aunque sobrevivió. Peor suerte corrió otro joven, también desesperado por el desempleo, que se electrocutó poco después en la misma ciudad.

Inmersos en esta situación, los licenciados universitarios, que sufren un 43% de paro, salieron a la calle. Critican un sistema económico que sólo beneficia al régimen, especialmente a la familia de Ben Ali. Desde el lunes han lanzado piedras y bombas incendiaras contra la policía y edificios oficiales. Un joven manifestante de 18 años ha muerto tiroteado.

Ben Ali habló por televisión el martes por la noche. Criticó las protestas pero prometió
ayudar a que los universitarios encuentren empleo. Ayer destituyó al ministro de Comunicación (tal como pedía la oposición), pero mantuvo al de Interior, también en la
picota por la fuerte represión.

Ben Ali es un dictador que, a pesar de las apariencias, no suele hacer concesiones. EE.UU. y la UE le apoyan porque es radical frente al islamismo - los velos y las barbas están prohibidos en la administración pública-, defiende los derechos de las mujeres, lucha contra la emigración ilegal y mantiene una economía abierta que, con salarios bajos y exenciones fiscales, beneficia a los inversores extranjeros.

Estos inversores, sin embargo, ya no las tienen todas consigo. Hace más de un año que recelan de un gobierno que acentúa la corrupción y la opacidad del sistema financiero. La clase media, que hasta ahora ha tolerado la supresión de libertades fundamentales porque gozaba de un buen nivel de vida, desconfía del cada día más influyente entorno familiar de Ben Ali.

La crisis internacional (que ha afectado al turismo, una de las principales fuentes de
riqueza del país) ha puesto al descubierto fisuras importantes en la estructura política,
social y económica levantada por Ben Ali desde que asumió el poder en 1987, después de incapacitar al viejo líder de la independencia Habib Burguiba.

Ben Ali gana elecciones (las últimas en octubre del 2009) con más del 90% de los votos y reserva a la oposición un 25% de los escaños en el 23añosParlamento en el poder que, en realidad, lleva el presidente son ocupados Ben Ali por gente afín.

La verdadera oposición, la que lidera el histórico Ahmed Neyib Chebbi, no tiene más poder que el de criticar - como hizo ayer-a los ministros de Comunicación e Interior "por encarnar la política de represión, violencia y bloqueo mediático" del régimen.

La clase empresarial, aliada natural de Ben Ali, ha perdido peso y las decisiones económicas, igual que las políticas, se toman en el palacio de Cartago. Allí destacan la primera dama Leila Ben Ali y su yerno Sajer Materi, un empresario de 29 años que se abre paso para suceder al propio Ben Ali (74 años ) cuando se retire en el 2014 al final de su actual mandato presidencial.

Ben Ali puede llegar al 2014 con su habitual puño de hierro y repartiendo riquezas a los afectos. El milagro tunecino, sin embargo, parece necesitado de una reforma estructural que, hasta ahora, sus aliados internacionales no le han pedido.

La Vanguardia, Barcelona.
30 de diciembre de 2010.

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